Novecento_1El pasado 19 de abril contamos la experiencia de Orendain como municipio del Bien Común en una jornada organizada por AlternatEibar. Una persona del público intervino para cuestionar si la Economía del Bien Común realmente se planteaba superar el modelo capitalista, la economía de mercado y la propiedad privada.

La cuestión tiene calado suficiente para dedicarle una pequeña reflexión en este blog de EBC Euskadi.

La Economía del Bien Común es sin duda un modelo alternativo al sistema económico capitalista. Mientras los agentes que operan en el sistema capitalista persiguen maximizar su interés particular, en la Economía del Bien Común el objetivo de la actividad económica es contribuir al bienestar general.

Si en los albores del capitalismo Adam Smith imaginaba una “mano invisible” que generaría el bien común en un libre mercado donde cada cual se preocupaba de su propio interés, hoy algo más de 200 años después hemos podido comprobar que las decisiones individuales de los agentes económicos producen resultados colectivos indeseables, como son el hambre y la pobreza de una gran parte de los habitantes del planeta, la acumulación de la riqueza en unas pocas manos, el agotamiento de los recursos naturales y el deterioro del medio ambiente, las violaciones de los derechos humanos, etc.

Por eso la Economía del Bien Común, a diferencia del modelo capitalista, aboga por establecer como objetivo de la actividad económica el logro del Bien Común, mediante la cooperación, en lugar de la competencia, y basando la economía en los valores que se consideran positivos con carácter general en las relaciones humanas, como son la dignidad, la justicia, la solidaridad, el cuidado del medio ambiente, la transparencia y la participación.

La Economía del Bien Común es un modelo económico de mercado, de forma que sean las personas consumidoras las que dirijan la economía con sus decisiones de consumo. Para ello establece un sistema que facilita a las personas consumidoras la información necesaria sobre los productos para que puedan tomar las decisiones adecuadas. Esta información incluye aspectos sobre la elaboración de los productos desde el punto de vista ético: condiciones laborales dignas, respeto del medio ambiente, relaciones éticas con financiadores y proveedores, etc. Es decir, se trata de que las decisiones de consumo puedan llevarse a cabo con una información completa sobre la contribución al Bien Común de las empresas productoras. Esta información se reflejaría en el etiquetado de los productos mediante un código de colores.

Por tanto, la Economía del Bien Común es una economía de mercado, pero de un mercado plenamente libre y ético, un mercado que prima el comportamiento ético de las empresas, que se mide y puede ser valorado por las personas consumidoras.

En la Economía del Bien Común la propiedad privada de los medios de producción no es lo más importante. Lo importante es la contribución de las actividades económicas al Bien Común, con independencia de la forma jurídica de cada empresa. Es decir, sería preferible una sociedad anónima que actuara según los valores de la Economía del Bien Común, que una cooperativa o una empresa pública que no los respetara.

No obstante, la Economía del Bien Común propone establecer limitaciones a los ingresos y a la acumulación de patrimonio privado (a través, por ejemplo, de rangos salariales limitados o topes máximos a la acumulación de riqueza, según niveles a decidir por cada país o región), así como la democratización de las grandes empresas y la participación de las personas empleadas en el capital y en el beneficio de las empresas.

En resumen, la Economía del Bien Común se basa en valores radicalmente diferentes de los que inspiran el sistema capitalista, propugna un modelo de mercado que prime el comportamiento ético de las empresas y relega a segundo plano la importancia de la propiedad privada, a la vez que limita los ingresos y la acumulación de la riqueza.